No es ser una superestrella del pop, no es ser una actriz mundialmente famosa, no tiene nada que ver con su profesión ni con su novio. Lo que Miley Cyrus, la adorada y amada chica que interpreta a Hannah Montana, ha querido siempre en su vida, desde que era una renacuaja era que le dejaran hacerse un tatuaje. Sí, lo correcto es decir que “le dejaran”, porque ella es menor todavía, y allí en su país son muy exigentes con eso, o tienes permiso paterno, o no te haces dibus por el cuerpo.
Pues por fin ha conseguido, después de investigar muchísimo, encontrar un tipo de tatuaje que, aunque es permanente, se quita más fácilmente que los de toda la vida, y también duele menos (el quitárselo), así que, ni corta ni perezosa, ha ido a hablar con sus padres y los ha convencido, con lo que ahora está más feliz que un regaliz. Imagino que esto le ha servido para levantar cabeza del disgusto que se llevó al enterarse de que los chicos de Radio Head no querían conocerla.
Se rumorea que lo que siempre ha querido llevar son las iniciales de su novio. Me pregunto si ya querría llevar eso antes de tener novio, que ella es capaz de esto, y de más, vamos, de poner el parche antes de tener la herida. Como ahora sí que tiene novio, y todos lo sabemos, pues lo que quiere ponerse son las letras JG, por Justin Gaston.
Alguien debería explicarle lo raro que es que una relación de amor dure más de cierto tiempo, teniendo en cuenta su edad (16 años) y su posición en la vida, vamos, eso de que es famosa y de que los moscardos le rondan allá donde pisa. Miley, espero ansiosa las fotos del tatu, me voy a pensar yo cual me hago, pero eso sí, con el método moderno, eso, por supuestísimo.
25 mar 2009
Miley Cyrus cumple uno de sus sueños
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